La presa Eustaquio Buelna: pescar con esperanza entre sequía y dificultades
Guamúchil, Sinaloa.– A las orillas de la presa Eustaquio Buelna, el amanecer del martes trajo más que luz: trajo movimiento, reencuentros y una esperanza moderada pero firme. Tras cinco largos meses de veda, un centenar de pescadores de las tres cooperativas de Salvador Alvarado reanudaron sus labores con el objetivo de echar redes, levantar la producción y, aunque sea a cuentagotas, reactivar sus hogares y economías.
Las primeras jornadas en el agua no trajeron capturas abundantes, pero sí suficientes para dar un respiro a las familias que dependen de este oficio.
“Vamos a aprovechar hasta donde se pueda”, dice José Carlos Castro Montoya, presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras, con la voz curtida por el viento y las experiencias. Sabe bien que, aunque todos arrancan con entusiasmo, el panorama es más que desafiante: menos agua, menos peces y precios que aprietan.
Sequía y desánimo, pero sin rendirse
La sequía no es un enemigo nuevo, pero este año ha sido implacable. El bajo almacenamiento en la presa se traduce en menos oportunidades y más incertidumbre.
A esto se suma la presión del mercado: los precios no están jugando a favor y muchos pescadores ya miran otras alternativas.
“Conforme avanza la temporada, muchos se retiran a buscar otras actividades”, lamenta Castro Montoya.
Pese a todo, el espíritu resiliente del gremio es lo que mantiene el motor encendido. Toda la pesca obtenida, aunque modesta, encuentra su destino en el mercado local y en Guadalajara, garantizando un flujo económico que, aunque pequeño, resulta vital.
“Por lo menos podemos decir que lo que sacamos, se vende”, añade el dirigente con cierta satisfacción.
Un oficio que pesa en la economía local
En Salvador Alvarado, la pesca no es solo un trabajo, es una tradición y un pilar económico para decenas de familias. Cada red lanzada es un acto de fe en medio de condiciones adversas. En este escenario de retos, los pescadores no solo mueven el agua con sus lanchas, sino también una economía local que depende del ir y venir de sus capturas.
Mientras el sol trepa más alto y calienta las aguas de la presa, los pescadores continúan su faena. Aquí, en la Eustaquio Buelna, la esperanza se cuela entre las redes, porque para ellos, rendirse nunca ha sido opción.